Durante mucho tiempo me costó identificar alguna habilidad personal. Desde niña sentía que el reparto de “dones” del que oía hablar en la iglesia a la que asistía, era algo injusto. En mi caso, no había caído ninguno.
Un sábado, después del servicio, volví a mi casa. Tenía 8-9 años. Me tiré a la cama y lloré desconsolada. Habían hablado de entregar nuestros dones a Dios, y yo no tenía nada que darle.
Cuántas veces hablamos de cosas que los niños no entienden y no las explicamos. Simplemente las damos por hecho. Crecemos hablando en otro idioma. El religioso. Y el peligro es que no siempre tiene traducción para su vida real. Crecen rodeados de conceptos vacíos. Algo que me ha llevado personalmente a encontrarme, aún hoy, en un ejercicio continuo de traducción.
Pero volvamos a aquella niña tirada en la cama. Le prometí a Dios que si me daba alguno de esos dones que se suponía debía tener, los usaría para El. No sé si en ese entonces entendía lo que significaba. Pero de alguna manera el Interprete de los Interpretes, comprendió mi intención.
Aprendí a tocar el piano, a hablar enfrente, me esmeré por recibir esos dones tan preciados usados en las iglesias. Pero de alguna manera, nunca me sentí como pez en el agua con esas habilidades. Eran algo raro, un pegote. Una habilidad conseguida con esmero y con ayuda de lo alto. Pero no era mi esencia.
Desde chica oí a algunas personas decir que yo era creativa. Pero eso no entraba en los listados de habilidades eclesiásticas. Con lo que nunca lo registré como un don.
Hoy entiendo, y sería largo de explicar (los que están haciendo el curso Educación White lo pueden entender) que todos somos creativos. Pero es cierto que a algunos se les da más fácil esto de jugar con la imaginación.
Todos podemos tocar el piano si nos esmeramos, pero no necesariamente es nuestra esencia. Algunas cosas se nos dan más fácil, y ese es nuestro “don”.
Pero yo hoy quería hablarte de trabajar ese don, el de la creatividad. Simplemente porque puestos a esmerarnos con algo, la creatividad a veces es más útil que tocar el piano 😉
Estos días preparé una charla sobre Creatividad e Innovación para líderes, que daré mañana sábado. Y he pensado que sería muy rico compartirte algo de lo que diré allí.
Para que el cerebro funcione de manera creativa, necesitamos exponerlo a más inputs, es decir, a más entradas, exponerlo a información distinta a la que recibe a diario. Para eso se suele sugerir: aprender una nueva habilidad, viajar, conocer gente nueva, hacer cambios drásticos en la vida (como cambiar de carrera, de trabajo), pero hay algo muuuuy sencillo que nos expone a todo esto desde el sillón de nuestra casa. Me refiero a conocer otras vidas, conocer otros lugares, a descubrimientos, a investigaciones, a nuevas habilidades, etc.
Se trata de la lectura.
Encontré sin querer un video muy corto, pero que motiva de forma espectacular a desarrollar esta “habilidad”: Leer.
Allí dicen que los líderes son lectores. Las personas promedio leen 2 libros al año
Pero un CEO (Chief Executive Officer) lee de 4 a 6 libros al mes, es decir, al menos un libro a la semana.
“Lo maravilloso de leer es que nos exponemos a alguien que tiene décadas de experiencia sobre un tema y que esta experiencia está volcada en un libro. Eso nos da décadas de conocimiento al alcance de nuestra mano, información que (como ellos dicen en el video) podemos descargar en horas tras la lectura de un libro”.
Pero el tiempo parece ser siempre la mayor excusa. El video nos confronta a quitarla de en medio:
“No todos tenemos la habilidad de leer súper rápido. Pero no hace falta. Cada libro tiene una media de 64 mil palabras, la persona promedio lee 200 palabras por minuto eso da 320 minutos para leer un libro promedio.
Divide eso entre 7 días de una semana y tienes 45 minutos por día”.
“El secreto es programar tu lectura. Ponerlo en tu agenda, en tu calendario.
Es como el momento que tienes con un inversor, nunca lo cancelarías porque es parte vital para tu trabajo. Y esto es una forma de autocuidado.
Cuidarse no es ser egoísta. Es obligatorio.
Si quieres cuidarte, programa 45 minutos por día para ti. Y que idealmente ese tiempo no sea antes de ir a dormir”.
El video termina diciendo, si el conocimiento es poder, la lectura es tu súper-poder.
Yo diría. Puestos a desarrollar dones, que sea el de la lectura. Y con él, alimentaremos el de la creatividad y además nos estaremos cuidando, algo fundamental para ser verdaderamente útiles para Dios y para nuestro entorno más cercano.
¡Feliz, creativo y súper poderoso sábado de autocuidado!