Comencé este blog convencida de la necesidad de empoderarnos como padres, como familias, en la educación de nuestros hijos. Y cada día me convenzo más, gracias a conversar con muchos jóvenes, que en ocasiones han “crecido entre niños”: Padres. Adultos. Con mentes irracionales, pocos principios e ideales y muchos problemas de comunicación. Criando y educando a otros seres iguales a ellos.
La realidad es que de verdadera educación en casa, la mayoría ha tenido muy poco. Más bien tenemos una convivencia sostenida con pinzas, llena de inmadurez y bloqueos mentales. Necesitamos hacer un trabajo consciente, como se le dice hoy en día, con atención plena. En mi entorno le llamarían “guiados por el Espíritu”. Por raro que esto suene, creer que hay una persona divina que de una manera misteriosa trabaja en nuestros neurotrasmisores y nos impulsa los pensamientos correctos, pensamientos que nos restauran y sanan, se transforma en una de las realidades más sanadoras entre los des propicios que nos hacemos los humanos unos a otros.
¿Cómo hacer para restaurar esta humanidad tan rota? ¿Cómo evitar tantos jóvenes y adultos llenos de taras, neuras y dolencias mentales?
Se pueden y deben hacer muchas cosas. Buscar la ayuda de este Espíritu del que hablábamos es fundamental. Pero comencemos por algo tangible: Ordena tu vida y la de tus hijos.
¿Cómo?
¡Establece rutinas, rutinas y más rutinas!
Las rutinas son lo que solemos llamar, costumbres. Las rutinas dan estructura a la vida de los niños. Conocer lo que sigue y lo que se espera de ellos, los hace sentirse seguros y tranquilos. Reduce el estrés y la ansiedad. Y ante todo, y lo más importante: Las rutinas generan hábitos.
Los hábitos son comportamientos que de tanto repetirlos nos salen automáticamente. Son más rígidos y difíciles de cambiar. Y de alguna forma son los que luego nos caracterizan. Es decir, nos dan carácter (para bien o para mal).
Hay una cita muy importante de Educación White que quiero compartir contigo:
En gran medida, el carácter se forma en los primeros años de la vida. Los hábitos que entonces se establecen tienen más influencia que cualquier don natural para que los hombres se conviertan en gigantes o enanos intelectualmente, pues por el mal uso de los hábitos, los mejores talentos pueden torcerse y debilitarse. Mientras más precozmente se practiquen hábitos dañinos, más firmemente sujetarán a su víctima en la esclavitud, y más ciertamente rebajarán su norma de espiritualidad. Por otro lado, si se forman hábitos correctos y virtuosos durante la juventud, por regla general determinarán el proceder de su dueño durante la vida. (Conducción del niño 184.3)
Bien. Estoy decidida a organizar la vida de mis hijos. Establecer más rutinas ¿Por dónde comienzo?
Hay un psicólogo americano que desarrolló un concepto muy interesante respecto a las prioridades dentro de la persona humana. Se trata de las Jerarquías de las necesidades humanas de Maslow. Hay mucha información en internet respecto a esto. En síntesis él llega a una conclusión, luego de investigaciones y muchos pacientes atendidos: para que una persona alcance a desarrollar su máximo potencial, aquello para lo que fue creado, tiene que comenzar por el principio, y de ahí ir ascendiendo en esta pirámide.
Comencemos entonces por satisfacer las necesidades básicas de nuestras familias:
Dormir, alimentarse, respirar, evitar el dolor.
Pongamos rutinas para que esto esté en orden. Casi podríamos hacer un post para cada una de las necesidades.
¿Tienes rutinas para dormir? Si no las tienes: ¡tienes que tenerlas!
Pirámide de Maslow: Necesidades humanas. Imagen: Triangulum.com
“Dientes, cara, manos!” Suelen oír las niñas en casa. Es lo primero que hacen después de cenar. Luego el pijama, luego la historia, la oración y a dormir. Cada día exactamente lo mismo. Hasta que se vuelva parte de ellas. No podemos llegar a la adolescencia y exigir que esto ocurra por arte de magia.
Rutinas para la alimentación:
Horarios estables. Menú equilibrado. No comer entre horas: Esta simple rutina de abstinencia es increíblemente positiva para educar al niño en la tolerancia a la frustración, en la obediencia y en el cuidado y respeto por su cuerpo.
A veces subestimamos los pequeños actos de cada día, y en realidad en ellos se encuentra el éxito para una vida o el desastre completo.
El otro escalón de la pirámide es: Necesidades de seguridad familiares, de seguridad física, empleo, recursos, protección, moral, etc.
Rutinas familiares:
Al volver del colegio, antes de entrar por la puerta, recuerdo a las niñas: “¿Sabéis lo que toca verdad?” “Siiiiii” Entran a casa, dejan las mochilas en el mismo rincón debajo de la escalera, se sacan las zapatillas, las dejan en el zapatero y corren a la habitación a cambiarse el uniforme, dejarlo extendido, ponerse otra ropa, hacer la cama y la mayor, un plus: hacer las tareas mientras preparo la comida. Cada día exactamente lo mismo, y solo tienen 5 y 7 años. No es un logro mío ¡es de ellas!
Terminamos de comer y quieren saber lo que toca esa tarde. Tienen unas pizarras en las que cada una apunta las actividades que les esperan. Es un buen momento para negociar expectativas mías con las de ellas. Y que ambas partes salgamos ganando!
Todos los pequeños detalles hacen a una vida. Ya sea para ordenarla, estresarla o volverla calma y segura.
Rutinas con los recursos, la moral:
Uff. Definitivamente puedo escribir un post sobre cada uno. Trabajaré la idea 😉
Maslow continúa diciendo que uno de los escalones donde el ser humano ya comienza a distinguirse del animal (y aunque no creo que vengamos del mono, estoy con Maslow en la idea de que a veces no nos distinguimos de los animales) es cuando podemos atender las necesidades sociales: Amistad, afecto, pareja, raíces, relaciones sociales, pertenencia a un colectivo.
¿Podemos establecer rutinas con nuestras relaciones? ¡Claro que si! ¿Cómo llegamos al maltrato o a la violencia? Por una rutina de mala comunicación, entre otras cosas.
Podemos establecer rutinas para los afectos: hacernos al hábito de darnos un beso al entrar o salir de casa (en esto aprendí mucho de mi marido). Rutinas para tratarnos con respeto, utilizar las “palabras mágicas” que les enseñan a los niños en jardín de infantes (lo cual es interesante. Lo deberían conocer ya ha esta altura de casa). Tantas otras rutinas que enseñen a nuestros hijos que les tenemos afecto y respeto: Los cultos familiares, las comidas juntos, los viernes y sábados para aquellos que tienen esta creencia, etc.
Las rutinas con las amistades, por ejemplo, son muy importantes en la infancia. Si nos descuidamos los niños pasan más tiempo (entre el cole, extraescolares y parque) con niños, más que con sus propios padres. En casa nos hemos propuesto que durante las tardes solo están con otros niños si es estrictamente necesario. Ya están toda la mañana con sus amigos en el colegio, luego en las actividades de la tarde. Nada de visitas a casas de amigos, ni cumpleaños de niños que a penas conocemos. Restringir esto nos ha permitido tener más tiempo para estar juntos por la tarde y también fortalecer el vínculo entre hermanas.
Las necesidades de autoestima ¿Pueden tener rutinas? Autoreconocimiento, confianza, respeto, prestigio logros, éxito.
Diré solamente que la confianza y el respeto son claros logros de la infancia. Trabajar explícitamente con nuestros niños la importancia de cuidar la confianza mutua es fundamental.
En casa siempre decimos: “los Bosqued Roth no mentimos” Es una declaración de intenciones. Pero también es una norma moral que les acompañará toda la vida y que les regalará la seguridad de poder confiar en sus adultos de referencia. Algo estructurador para la personalidad.
Con las necesidades de autorealización acaba la pirámide. Se supone que quien llega a satisfacerlas alcanza suficiente bienestar o plenitud como para sentirse satisfecho con su vida. Las necesidades son: Creatividad, visión global, espontaneidad, no prejuicios, aceptación de hechos, gestión de problemas, liderazgo, etc.
¡Ohhh! ¿Os acordáis? Estos objetivos son los que yo misma planteo en mis videos, sobre todo en: Educar niños para el siglo 21.
Y esto me lleva a comprender que, para llegar a este nivel de educación (que comento en mis videos), primero tenemos que satisfacer los niveles básicos de las necesidades familiares y de los niños de la casa.
Plantearlo de esta manera, como un reto diario de orden en todos los niveles, puede hacer que logremos familias más saludables.
Hay un método japonés que se llama Kaizen. Es ideal para alcanzar hábitos, avanzando minuto a minuto. Cuanto más faraónica la obra, más despacio, pero más consistente debe ser cada paso hacia una meta.
¡Educar a nuestros hijos! Un deber, un derecho, un regalo.
Por favor, no subestimes ninguno de los ratitos que pasas con tus hijos. Todos harán un carácter y un destino.